Eryndlyn
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 Ezequiel de Kessig

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Zeke
Muerto
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Fecha de inscripción : 01/11/2017

Ezequiel de Kessig Empty
MensajeTema: Ezequiel de Kessig   Ezequiel de Kessig EmptyMiér Nov 01, 2017 1:49 pm

La vida de Ezequiel, nativo del bosque de Kessig, nacido en la ciudad de Lambholt pero criado en la pequeña aldea de mineros de Vestalt, fue  feliz pero completamente mundana. Creció en una familia estricta pero amorosa, al menos tanto como podía, estudio lo básico que todos los jóvenes tenían que saber en la capilla del pueblo, y desde joven salía con su papa para ayudar en el trabajo. Cuando alcanzo finalmente la madurez, empezó a trabajar con ellos minando las venas de acero y planta cercanas, y talando los arboles cercanos.

Jamás aprendió una profesión más allá del trabajo manual, ni le intereso buscar estudios más profundos, y jamás cruzo por su mente salir de aquella aldea. No tenía deseos de estudiar magia, ni gran talento artístico, ni una fuerza o destreza particularmente notable.

Hasta el día de su muerte, Ezequiel fue la mera definición de un aldeano promedio, y fue feliz de esa manera. Por supuesto, no es como si hubiera tenido mucho tiempo para cambiar eso, puesto que murió a los 18 años. Además, eso fue hace ya mucho tiempo, y es posible que con el tiempo su memoria se haya atrofiado un poco. Nadie es una representación tan perfecta del promedio… ¿o sí?

Pero, si hay una cosa que recuerda con perfecta claridad, fue el día de su muerte. Siendo honestos, tampoco fue particularmente notable, pues las otras 180 (aproximadamente) personas de la comunidad murieron el mismo día y de maneras muy similares, pero sin importar que tan mundana y común haya sido, su muerte era única porque… bueno, ¡por qué era la suya! En su situación eso sonaba un poco egoísta… ¿o era acaso la famosa culpa del sobreviviente causando estragos con sus emociones? ¿Uno puede tener esa clase de culpa incluso si no sobrevivió?

En fin, que su muerte, a pesar de no haber sido especial, no fue nada menos horripilante. Había sido un martes como cualquier otro, despertar, desayunar, trabajar, comer… y luego empezó a ser un poco menos común, al menos para ellos. Habían escuchado las historias, por supuesto, no había persona viva en Innistrad que no supiera lo que eran los no-muertos, pero todos esperaban no ser lo suficientemente desafortunados para conocerlos en persona. Había algunos cátaros en la aldea, por supuesto, por orden de la iglesia, pero cuando la fuerza atacante eran más que la población total del pueblo… bueno, lo resumiremos en que los defensores del pueblo lucharon y murieron valientemente. Honor a quien honor merece.

Ezequiel, por su parte, ni siquiera tuvo tiempo de decidir si prefería escapar, luchar, o intentar buscar a su familia. Como parte de un grupo que estaba talando en las afueras de la ciudad, fue de los primeros de la aldea en morir. Recuerda los detalles, por supuesto, pero prefiere no pensar en ellos muy a menudo. No son agradables y, de todos modos, no son la parte importante de la historia. La parte importante es que ese ataque no fue una simple infestación zombi accidental, como esas plagas que a veces azotaban a las ciudades más grandes, que no podían adecuadamente contener la epidemia por el tamaño de la población.

No, el ataque a esta aldea era una simple misión de reposición del ejercito de un poderoso mago, que había perdido había poco a una parte considerable del mismo en un conflicto con la iglesia, y había decidido “reclutar” a los aldeanos de una pequeña población cercana para reabastecer. De hecho, habían sido varias comunidades… pero, por obvias razones, Ezequiel no se enteró de las otras hasta mucho tiempo después.

Poco después de su muerte, el mismo día de hecho, el cuerpo de Ezequiel se levantó junto con los de la mayoría de su comunidad, bajo el control de ese poderoso mago. De esto, él no tiene recuerdos más allá de confusas y  confusas pesadillas, pero paso varias décadas a servicio de este mago. Por cualquier razón, accidente, suerte o quizá algún destino escrito hace mucho tiempo, el cuerpo de Ezequiel fue uno de esos pocos que… sobrevivieron, por falta de una mejor palabra, batalla tras batalla, al punto de que su cuerpo perdió toda su carne y siguió luchando como un esqueleto seco y blanqueado por los elementos.

Eventualmente, en una batalla rutinaria para la iglesia y sus campeones, pero decisiva para él, el mago que lo había levantado fue destruido por uno de los ángeles que dirigían a sus oponentes, y con él, toda la magia que mantenía al ejercito de pie y luchando. Todos los no muertos cayeron casi instantáneamente, y los pocos cultistas y mercenarios que los acompañaban también cayeron bajo las espadas de las legiones sagradas.

Para la gran mayoría en ambos lados, esa historia particular termino ahí. Para Ezequiel fue tan solo un capitulo. Varios días después, el despertó, completamente consciente, sepultado bajo los cuerpos, nuevos y viejos, que había dejado la batalla. Seguía siendo puros huesos sin carne, y paso varios días, quizá un par de semanas, después de su despertar alternando entre pánico y desesperación mientras entendía lo que le había pasado. Si se intentaba acerca a humanos, ellos huían o lo atacaban, y él no podía hacer más que volver a huir.

No los podía culpar, por supuesto, él hubiera hecho lo mismo… pero no podía simplemente alejarse No conocía nada más que la vida en comunidad. No tenía idea que hacer. Pronto descubrió que comer y beber ya no eran necesidades para él, pero en su mente eso hacía muy poca diferencia. Quizá no tuviera que estar en una comunidad para sobrevivir… ¿pero entonces que hacía?

Finalmente, su suerte cambio. Un día se aproximó a un grupo de cátaros de la iglesia que parecían resguardar a un par de viajeros… pero cuando estaban a punto de atacarlo, uno de estos los detuvo, pues lo había escuchado hablar. Lo ataron y lo llevaron consigo hasta que pudieron descansar, y entonces lo interrogaron. Después de que contara su historia, el viajero lo desato, y le dijo que entendía. Si historia no era única… solo increíblemente poco común. El hechizo que lo mantenía con vida, por cualquier razón, no había terminado al mismo tiempo que el que lo mantenía bajo control. Ahora, en su no-vida, era libre al menos.

Ezequiel le rogo que lo llevara con él. No tenía ninguna otra opción, ni ningún lugar a donde ir, y al menos podía cargar cosas… después de todo, aunque no era particularmente fuerte, no podía cansarse. El guerrero, porque no era un cátaro, se rio. Después de pedir que le trajeran algo de ropa a aquel esqueleto y de ayudarlo a ajustársela a su, considerablemente más esbelta figura actual, lo tomo por los hombros. Sus palabras aún resuenan, claras como el cristal, en la mente de Ezequiel cada vez que se pregunta por qué continúa su lucha.

Alguien, no se quien, te arrebato la vida una vez, hijo. Y, estoy seguro, la usaron para tomar muchas más. El mal está vivo y activo en esta tierra, y es solo por la acción de los hombres buenos; No por su apoyo, no por su simpatía, por su acción; que el mal puede ser combatido.

Tienes, ahora, una oportunidad única, que miles de almas no tendrán jamás. Tu vida se te ha restituido. Puede ser una segunda oportunidad para tener una vida plena, o podrías buscar venganza si lo deseas.

O, si me permites enseñarte el camino, puedes hacer una diferencia.
¨

Ezequiel, del bosque de Kessig, fue la epítome de una persona mundana y normal en vida.

En muerte, tomo la decisión de ser excepcional.


Apariencia:

Ezequiel es el esqueleto de un hombre de estatura y peso promedio, midiendo 1.70 m y pesando, ya solo en huesos, poco menos de 10 kilos.

Por lo que vale, es el esqueleto de una persona caucásica con facciones relativamente suaves para la tosca herencia de su familia, aunque las diferencias de su esqueleto con los de otros humanoides son, por supuesto, muy sutiles para todo aquel que no esté dedicado al estudio de los mismos de notar... o en otras palabras para todos.

Se viste de manera relativamente elegante para su trabajo, con pantalones de corte formal pero de tela resistente, negros o café oscuro, botas de viaje finas, una túnica café o verde oscuro de tela fina y sobre eso una chaqueta formal, con diseños bordados de oro y seda. En la apertura de esta, se alcanzan a ver los mangos de 6 pequeñas dagas arrojadizas que mantiene en su torso, cuyo acabado de acero pulido hace juego con la decoración de la chaqueta.

Siempre porta un sombrero redondo, de borde pequeño y curvado hacia arriba, que usa por costumbre como reemplazo para su falta de parpados y cejas, logrando expresar ciertas emociones a pesar de la rigidez de su rosto.

En su cinturón carga dos dagas relativamente más largas pero también balanceadas para lanzar, aunque prefiere utilizarlas en combate mano a mano. En la parte trasera de su cinturón porta horizontalmente una espada corta de hoja delgada y recta, hecha de aleación de plata y otros metales. Esta arma está encantada y cuando está fuera de su funda, forrada de dela negra para ocultarla mejor, la hoja despide un tenue brillo blanco.

En su espalda carga una mochila de viaje bien cargada, y atado sobre eso trae una pequeña caja de madera oscura, su superficie repleta de sigilos y runas protectoras. Casi hundido en el amplio cuello de su túnica, extendido para disimular el estrecho nudo donde debería estar su cuello alrededor de su columna, se alcanza a ver colgada una cadena de oro que se pierde en la chaqueta.
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Ezequiel de Kessig
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