Un claro lleno de recuerdos

Una mano dura y curtida, ya con un par de arrugas formándose en el dorso, aflojo la pesada capa de viaje que lo cubría casi por completo, soltándola de un hombro. Juraba que, hasta hace quince minutos, el viento era gélido y aullaba entre los árboles levantando consigo polvo y los pocos copos de nieve que ya empezaban a caer. Ahora, sin embargo, solo soplaba una ligera brisa, fresca pero no particularmente fría, que aun traía consigo los olores de flores, fruta madura, y hojas caídas, nativos al otoño.

Hubiera jurado que era invierno ayer… - Pensó mientras una ligera sonrisa se dibujaba en su rostro, y se bajó la capucha de la capa para poder ver el cielo y la luna que se filtraban entre las ramas. Era un cielo que conocía, pero que hacía muchos años que no veía. Los olores eran la primera pista, pues los reconocía bien, pero… aún tenía que asegurarse. Dejo de caminar y luego, lentamente mientras usaba el cielo para intentar encontrar su camino, se dio la vuelta en otra dirección y continuo caminando… aún al mismo paso calmado. Después de todo, no tenía prisa por encontrar el lugar.

Después de un par de horas de caminar, parando un par de veces más para encontrar su camino, llego a un pequeño claro entre los árboles. A esta hora los arboles cercanos ya bloqueaban parte de la luz de la luna, pero el claro seguía lo suficientemente iluminado. Olfateo el aire con interés, pero sabía que era inútil, pues los olores no se habían quedado ahi tantos años. No lo fue por completo, después de todo, pues eran los mismos árboles y las mismas plantas las que seguían creciendo allí.

Recordando eso, se acercó a un roble que rodeaba el claro, paso su mano sobre su corteza con cuidado, sonriendo de nuevo al sentir las claras marcas de una pelea de practica que allí había pasado, heridas en la madera que hace muchos años habían cicatrizado. Sus ojos, ahora brillando amarillos mientras la luna continuaba su trayecto por el cielo, volvieron a repasar el paisaje, su mente sobreponiendo a su vista los fantasmas de sus recuerdos, y rio en voz alta mientras llevaba su mano a frotar su cuello.

Bueno, volvió a pasar y no me di cuenta. De nuevo. – Expreso en voz alta mientras pensaba. Los saltos anteriores lo habían irritado cada uno más que el anterior, pues no tenía manera alguna de saber si con cada uno se acercaba a o se alejaba de su familia. Pero, en este caso, no podía evitar ver el humor en la situación. Ya había estado antes allí… ¿quién diría que era un plano distinto? Quizá desde ahí podría regresar. Sacudió la cabeza aun soltando esa profunda risa que sonaba un poco como un gruñido, y se había vuelto más gutural en su edad madura.

Eventualmente, bajo el morral que traía, soltó su espada de su cinturón, se recargo en uno de los árboles, el morral junto a él y la espada descansando en su hombro, y se acomodó por la noche, planeando ver la luna completar su trayecto antes de dormir un par de horas.

En la mañana continuaría su viaje. Por hoy, podía tomarse un rato para descansar, entre sus memorias.

Era tarde, pero una tarde que simulaba que el cambio de estación estaba próximo, así que con ello muchas veces vienen otro tipo de cambios, ya que extranjeros utilizan la época para aproximarse por nuevos rumbos. Como todos los días había salido en compañía del resto de la guardia a hacer su rondín, generalmente prefería utilizar su gran arco de caoba oscura y su aljaba llena de flechas, ya que era regalo de su reina, sin embargo en esta situación Nilmade, prefirió utilizar su afilada lanza larga xyston, llamada “philoi”.  

Así fue como comenzó la última guardia del día, la precaución era lo más importante, nunca podía permitirse bajar la guardia o ella, su gente y su reina se podrían ver en problemas como hacía tantos años había ocurrido. La noche auguraba tranquilidad y el resto de la guardia parecía querer marcharse por ahora, la rutina y la falta de peligro los había vuelto confiados, pero no así a Nilmade, ella era la capitana. Repentinamente la golondrina de la reina apareció agitada pues había avistado la presencia de un hombre cerca del lago. La inquietud invadió a algunos pocos miembros de la guardia, era la primera vez en bastante tiempo que escuchaban acerca de un hombre que merodeara, todos ellos jamás habían conocido de alguno; así que la elfa mando a tres guardias con premura para observarle detenidamente, mientras ella le decía a la golondrina que informara a su majestad sobre tal avistamiento, lo que le costó cinco minutos de retraso el arribar. Al momento la guardia le comentó que el hombre se movía analizando el paisaje, no parecía peligroso según ellos, pero ella estaba mejor preparada para el reconocimiento.

Pensó proyectando sus pensamientos a sus compañeros: -Huele a Lycan-

Notó como era que se movía lentamente, conocía la agudeza de sentidos de su raza, pero a juzgar por su edad, probablemente aquello se había ido perdiendo un poco. Eso llamo su atención, tampoco había escuchado sobre un Lycan tan viejo, los de su raza en su mayoría morían jóvenes.  Era suficiente reflexión, tenía que interrogarlo.

Proyecto nuevamente sus pensamientos: -Salgan-

Rodeando al lycan en breves segundos con sus espadas listas para cualquier movimiento agresivo, se desencadenaron los elfos, mientras unos pocos vigilantes en las copas de los árboles con sus arcos en tensión esperaban cualquier movimiento hostil.

Apoyándose en philoi pregunto Nilmade: ¿Qué buscas aquí viajero? ¿No sabes que la hora de tránsito por esta zona ha terminado y generalmente está prohibida a razas no pertenecientes a los elementales, exceptuando, por supuesto a los oscuros?

-Haciendo referencia a los drows mencionó esto último, provocando que un elfo a distancia apretase los dientes con fuerza, los detestaban-

La luna brillaba de manera absolutamente hermosa ese día y pudo observar como bajaba durante algunos minutos antes de que algo lo interrumpiera. Desde que se estaba acomodando, el aire le llevo el inconfundible olor de elfos. Asumió que al principio no lo había notado por que el olor ya permeaba el lugar desde hace mucho, pero la briza traía el olor de un grupo reciente, y móvil. Bueno, no era nada inusual después de todo. Incluso cuando él vivía allí, quien sabe hace cuantos años, la mayor parte de la población ya eran elfos.

No fue hasta que varios elfos salieron al claro y lo rodearon, con espadas desenfundadas, que se le ocurrió que su presencia tendría algo que ver con él. Movió su vista de la luna lentamente, pasando por cada uno de los rostros de los guardias. Algunos nerviosos, otros emocionados, uno o dos con rostro molesto, como si encontraran su presencia ofensiva. No resistió estirar sus labios en una leve sonrisa ante eso. Olfateo el aire un par de veces para confirmar, pero los arqueros escondidos entre las ramas eran simplemente lógicos.

Cuando una elfa, aparentemente la líder de este grupo le hablo, volteo su mirada a verla por unos segundos, notando que en efecto parecía ser la figura de autoridad. Se escuchaba más segura de sí misma y firme de lo que sus subordinados se sentían. Un poco extra de atención, lo confirmo, pues no olía asustada, y su respiración era regular. La lanza de caballería sobre la que se apoyaba le llamo la atención, pero decidió que probablemente sería una combinación de su arma preferida y un símbolo de su rango.

El lobo simplemente regreso su mirada a la luna, renuente a perderse tal espectáculo, aunque mantuvo el resto de sus sentidos atentos a los soldados a su alrededor, solo por cautela. – Aquí, ¿específicamente? Un lugar para dormir con una buena vista. – Respondió sencillamente, y se encogió de hombros. – En términos más generales, tan solo estoy de paso.

Estaba consiente, por supuesto, de que esa respuesta no sería suficiente para la elfa, pero estaba de humor para no ser muy cooperativo. Una docena de elfos armados no era una amenaza muy creíble para él, pero para cualquier otro viajero sería una reacción bastante excesiva. – No lo sabía, de hecho, y no pensé que un claro en un bosque tendría un horario de atención, mis disculpas. – Continuó sin borrar la misma sonrisa tranquila. – Si veo a un elemental, me asegurare de pedirle que me escolte durante mi viaje. En cuanto se oculte la luna, claro.

Nilmade observó cautelosamente el comportamiento del extranjero, sus gestos, así como su mirada al resto de la guardia y a ella misma, parecían dar señales claras de todo lo que aquel lycan ocultaba, pero sobre todo su actitud fue algo sobresaliente de un viajero cualquiera, no era frecuente encontrarse con semejante actitud burlona:
 
-Lycan, no creo requieras de un elemental para ubicarte en el lugar, tu raza es buena a la hora de orientarse, ¿no es cierto?-

Alzó una ceja al terminar de hablar, ella trataba de enfocar el interés hacia las respuestas, para dar pronto una solución práctica al asunto. El sentido de las palabras de aquel extranjero era altanero para la elfa, y aunque no era el primero en tratar de ser más listo para escapar, la duda llenaba su mente, algo raro había en aquel hombre, y ella no estaba dispuesta a dejar el asunto sin obtener respuestas más claras a sus preguntas. Además, aquello que más irritaba a Nilmade era que no la vieran al rostro, evitando sus ojos, así que fijo la mirada en él para afinar los detalles del rostro de aquel desconocido de edad madura. Y en cierta forma, eso le dio otros matices de aquel personaje que tenía enfrente, sin contar lo bien que sabía que para los de su raza una noche como aquella era absorbente.

Pensó -esconde algo-

Y luego en voz cautelosa expresó:
-Esquivar mis preguntas no hará más fácil esto, las órdenes son claras en esta guardia, sólo pasas si te identificas y explicas el motivo de tu paso…Además debes explicar como has llegado hasta aquí evadiendo las protecciones mágicas del lugar, por lo tanto no pretendas ser un simple viajero-

La golondrina real emitió un canto a lo lejos que al parecer sólo la elfa pudo identificar, si las respuestas que solicitaba tardaban más tiempo...

Al escuchar a la elfa hablarle de nuevo, suspiro resignado. No era como si esperara que lo dejaran en paz así como así, pero pensó que quizá tendrían cosas más importantes que hacer. Bueno, si querían perder el tiempo, él no tenía prisa.  - Normalmente. Pero, en este caso particular, me refería más bien a un chaperón que a un guía de turistas. Usted implico que seres como yo no somos bienvenidos, ¿no es así? -

Respondió con otra sonrisa mientras se encogía de hombros, y volteo a verla por un par de segundos, examinando sus ojos. Tenía que admitir que ahora se sentía un poco curioso. ¿Qué era eso de que estaban prohibidas otras razas, y de las protecciones mágicas? Todo eso era nuevo. La cautela en la voz de la elfa a pesar de su molestia termino por borrarle la sonrisa de la boca.
Una patrulla de guardias, claro, eso era lógico. Responder con una patrulla entera a la presencia de un viajero, bueno, eso era exagerado pero lo podía entender si no estaban acostumbrados a los peligros normales. Pero, algo aquí se sentía más raro de lo normal. Un sonido más termino de convencerlo de que no era el momento de descansar. Era el canto de algún pájaro a la distancia. Apenas había logrado escuchar un leve eco, ni siquiera podía identificar la especie, pero tenía la molesta sensación de que lo había escuchado antes.
Finalmente, decidió levantarse, dejando en el suelo su morral pero aun sosteniendo con la izquierda su espada, aun enfundada y descansando en su hombro. Su intención no era intimidarlos, pero si dar a entender que tampoco estaba muy feliz con su presencia.

-  No he esquivado sus preguntas, señorita. Pregunto que buscaba y si sabía que el paso estaba prohibido o no, y respondí honestamente.  - Pauso un segundo, pues pensaba escuchar la respuesta de la elfa, pero decidió continuar, para evitar que ella, o cualquiera de sus soldados, pensara que lo que buscaba era una confrontación. - Mi nombre es Zhadow, y tan solo estoy aquí de paso, aunque en efecto no me consideraría un simple viajero. No puedo decir que este perdido geográficamente, pero admito que no estoy seguro como llegar a mi destino. Con respecto a estas protecciones mágicas que menciona… -

Se rasco la barba y suspiro. No apreciaba esa recepción, pero entre más pensaba, más le preocupaba el contexto al que apuntaba toda la situación. ¿En qué situación estaba el bosque ahora para que todos estuvieran tan nerviosos?  - Es una larga historia, pero en esencia llegue aquí por un accidente mágico, así que asumo que jamás active dichas medidas.  - Ajusto su espada a su cinturón, y miró a la elfa firmemente a los ojos.  - Responderé las preguntas que tengas, pero tengo algunas propias.